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Conciencias dormidas

foto google, mente maravillosa
    Conciencias dormidas, conciencias en hibernación que permanecen sin tomar responsabilidades de sus acciones, ni son conscientes de lo que pasa dentro de ellos mismos ni de su alrededor. Conciencias dormidas que viven en un mundo cerrado de ilusión, en un sectarismo que no permite dar cabida a otra alma diferente que no pertenezca a su círculo. Sectarismo de una ilusión que crea mucho padecimiento a su alrededor pero que se desvanecerá con un soplido de huracán.
       Muchas conciencias viven en un letargo que paraliza sus sentidos deformados por una ilusión inexistente, creyendo que su irreal mundo es inalcanzable para los simples mortales y que a ellos nada les puede tocar porque se encuentran escondidos en su torre de cristal. Organizan, ordenan y mandan sobre la vida de otras personas, gritan sus deseos que deben ser ejecutados al instante, no importa el medio a utilizar, siempre y cuando sus deseos sean cumplidos. El resto de los humanos son muñecos de cerámica que cuando los tiran al suelo se rompen en mil pedazos.
       Esos muñecos de cerámicas que tienen alma y conciencia se sienten cansados de tantos abusos e injusticias, se sienten asqueados y hartos de sufrir la ignorancia y el desprecio que sobre ellos vierten algunos de los ficticios amos y señores de ciertos países.
    A esas conciencias dormidas profundamente, -que no oyen el clamor de los seres humanos, que no son capaces de sentir el sufrimiento que desgarra el aire,…- habrá que despertarlas, para decirles que deben aprender lo que ignoran o tienen que aprender lo que no desean aprender. Profundo letargo el suyo pero el mundo está cambiando y las huestes de la Humanidad se levantan en un canto a la igualdad, al respeto, a la justicia, a la libertad y a la unidad, bastiones del nuevo mundo que no por ser nuevo es utópico.
      Muchas veces vemos a los Dioses como si fueran inalcanzables y no realidades y esas conciencias dormidas se creen o pretenden que están en la misma clasificación que Ellos, pero se equivocan, los dormidos pertenecen a la clasificación de dioses de barro que al igual que los muñecos de cerámica, si los tiran o se caen se rompen en mil pedazos porque todos somos seres humanos. En el mundo de las ilusiones de las conciencias dormidas, los demonios suelen ser la codicia, la intransigencia, el egoísmo y la vanidad; poderosos demonios que debemos evitar, pero las conciencias que hibernan están muy apegadas a sus ilusiones o errores.
     La opresión, cadena a la que millones de seres humanos están sujetos, es inhumana e indecente;  ésta cadena es una prisión de sus propias ataduras debido al terror, a la angustia y al sufrimiento que padecen, pero, se van a liberar porque la fuerza y el deseo de avanzar, de vencer a su sufrimiento, de luchar por su dignidad, por su libertad es mil veces más fuerte que cualquier cadena por muy gruesa que sea.
Estas personas que luchan por su libertad avanzan poco a poco pero van sobre seguro ya que su fuerza emerge de  su interior y del deseo de respeto por crear un mundo mejor. Los dormidos solo duermen su sueño ilusorio y no se percatan de que el tiempo de hibernación ha pasado y que la primavera ha eclosionado en colores y en sol.
    El bien y el amor de los luchadores son los estandartes de los impulsos nobles de millones de corazones que laten como si fueran uno solo, al ritmo del tambor, pom-pom-pom, en una danza de alegría para romper las ataduras de la esclavitud sometida por los que tienen adormecida su conciencia, que crean lugares sombríos y húmedos llenos de moho y miseria.
     El canto y las armas, de esos nobles corazones que cantan a la libertad, son las palabras no la violencia, palabras que forman un canto de alegría, de dignidad, de respeto, de justicia contra la desigualdad, la injusticia y la irrespetuosidad que esas conciencias dormidas castigan sin parar en un implacable y continuo ataque sin piedad.
     Ha sonado el gong, y el temor se va disipando como la niebla, y las huestes sometidas de la Humanidad han empezado su grandiosa marcha que no dejará impasible a ningún ser humano porque su canto se cuela a través de la piel hasta impregnar todas las células de nuestros cuerpos y de la naturaleza. Los nobles impulsos del ser humano, el amor y el bien, caminan sin parar en esta marcha que no dejará ya de avanzar.