Hoy es

Una visión post-materialista de la Naturaleza


... de la Red

             Hace ya casi cuatrocientos años, el eminente filósofo del Siglo XVII René Descartes pensaba que los animales eran "autómatas" naturales; meras máquinas vivas al servicio del hombre. Con la gestación de su filosofía del "dualismo" (Dos sustancias en el Mundo: el Cuerpo y el Alma) separó al hombre del resto de seres vivos del reino animal, otorgándole a éste el predominio del Alma sobre el Cuerpo, lo cual, de facto, relegaba todo lo orgánico a la pura materia, en la que se incluía el conjunto de lo creado por Dios, a excepción de su obra magna: el ser humano. De ahí a que se instaurase paulatinamente en el nuevo y creciente pensamiento científico una concepción "materialista- reduccionista" de la Naturaleza, no había que dar más que un paso.
            Hoy en día, ese paradigma es hegemónico en la Ciencia, ya que hay multitud de científicos que no ven en el Mundo más que un orden material, y en el ámbito de la neuro-biología identifican los procesos y productos neuronales del Cerebro con cualquier otra manifestación fisiológica del Cuerpo, lo cual equivale a pensar que somos tan sólo unos animales más evolucionados que el resto, pero naturalmente privados de ese algo que hemos dado en llamar "Alma" o "Espíritu"; o lo que es lo mismo: la "Mente" equivaldría sustancialmente al "Cerebro". No se reconoce a la Conciencia como una entidad relacionada, pero de diferente naturaleza que el Cuerpo. Todo lo cual, nos lleva a pensar que Descartes, que introdujo de alguna forma a Dios por la trastienda para evitar así que la Inquisición le abriese juicio, y por eso huyó a Holanda, por aquel entonces un país mucho más liberal que su Francia natal, produjo, tal vez sin querer, una nueva revolución copernicana que nos trajo el materialismo científico que domina la investigación de hoy en día, y que yo diría (no sé si él filósofo lo pretendió de veras) colocó al "Alma" vagante en un limbo que no tiene sostén alguno fuera de la Religión. Podríamos decir que el ser humano de la Religión es una cosa y el de la Ciencia otra. ¿Pero acaso no son el mismo ser sólo que puesto en marcos ideológicos distintos? ¿Quiénes somos, pues, cuando nos quedamos huérfanos del Cosmos, de la Naturaleza o de Dios? El dilema está servido, a partir de que se fuese gestando en Europa un gran cisma entre Religión y Ciencia, antes unidas en un continuum de pensamiento. Hoy disponemos de dos "narraciones" distintas con respecto a nuestra identidad como especie, pero ninguna de ellas parece ser capaz de conjugar todo cuanto somos, ya que tampoco esa "Ciencia materialista" logra dar respuesta al lado más oculto, singular e identitario del ser humano: la Conciencia.
            Si no traemos a escena las aportaciones científicas producidas durante el primer tercio del pasado siglo, por lo que dio en llamarse "Física Cuántica", no podremos abrirnos a un nuevo paradigma explicativo de la Vida y la Conciencia de todos los seres vivos sin exclusión. Nos estamos refiriendo, a partir de tales presupuestos teóricos, a una nueva visión del funcionamiento de cualquier ser vivo, desde una bacteria o virus a todos los organismos pluricelulares. Algo que viene a constituir una alternativa a la visión materialista-reduccionista del Mundo. Se trata de lo que se conoce ya como "Paradigma Post-materialista".
            Son muchas más las evidencias que sostienen los pilares de esta nueva aproximación científica al problema de la Vida. Hoy sabemos, por ejemplo, que cualquier ser vivo, por sencillo que sea, es ya en sí mismo una complejidad dinámica; no un mecanismo automático, como el de un reloj, que podemos explicar rompiéndolo en piezas y analizando las relaciones que sus engranajes tienen. Por ejemplo, la célula, considerada la unidad elemental de Vida de los organismos, de la que podríamos afirmar que es en sí misma "inteligente", con multitud de procesos escalares y de ensamblaje molecular que requieren una sincronía en tiempo real difícil de imaginar, máxime cuando existen en el cuerpo billones de ellas actuando todas al unísono. Según comienzan a mostrarse las evidencias, la dirección de tan complejo conjunto "orquestado" podría producirse por la vía de una sincronía bio-fotónica, es decir a nivel propiamente sub-atómico. Esto quiere decir, de alguna manera, que la Vida no se explicaría únicamente por reacciones mecánico-químicas, sino que por debajo de ellas, a nivel sub-molecular, actuaría la "Energía". Los procesos parecen comenzar a nivel sub-atómico, a escalas de longitud y tiempo de Planck, allí donde la corpuscularidad de la materia se convierte en algo borroso, probabilístico e imposible de medir, pues los parámetros de las leyes físicas macroscópicas no pueden aplicarse.
            ¿Qué es, por tanto, la Vida? Y mucho más: ¿Qué es la Vida que se revela a sí misma, que se hace auto-consciente? La Conciencia, es hoy por hoy, para la moderna Neuro-biología, el enigma más difícil de desentrañar. Desde luego, a mi modo de ver, cualquier modelo que intente explicarla difícilmente va a poder hacerlo "troceando" la materia hasta llegar a la dimensión de aproximadamente 1,6x 10 elevado a -35 metros (Longitud de Planck), que constituiría algo así como el tamaño de los píxeles que conforman lo que llamamos Realidad. ¿Pero qué hay más abajo? Sencillamente Energía; nada más que Energía. El proceso, pues, no comienza en la Materia, sino en la Energía; o si se quiere: el camino de construcción de esa Realidad que conocemos va desde la Energía a la Materia. También podríamos añadir: "La Materia no es más que Energía densificada".
            Los procesos de la Vida, arrancarían a nivel profundo, siendo por tanto, energéticos o "cuánticos" . Y por supuesto, nuestro cerebro, aunque hecho de materia como el resto del organismo, funcionaría como una computadora cuántica. Esto no lo digo yo, sino uno de los más prestigiosos y reconocidos biólogos del momento, Stuart Kauffman, especialista en el funcionamiento de redes booleanas biológicas, que defendiendo una concepción emergentista de la Vida y de progresiva concientización de los seres vivos, podría alinearse perfectamente con los investigadores Roger Penrose y Stuart Hameroff, que sitúan el acople cuántico de la mente en los microtúbulos neuronales. Polémicas aparte, este biólogo piensa que por debajo de la estructura molecular que podemos observar al microscopio actúa un substrato fenoménico a-causal del que emerge y emergió en su día la Vida en la Biosfera. El ADN y el ARN nucléicos habrían funcionado sobre una base auto-catalítica molecular, ya creada, produciendo paulatinamente la diversidad biológica de nuestro Planeta por medio de los mecanismos de la selección natural.
            Somos, pues, Energía primordial y a-causal, que deviene luego en Materia a través de procesos de coherencia y de-coherencia cuántica. Y el inmenso Universo que contemplamos y la Naturaleza toda tienen su origen en la Energía que ha venido promoviendo procesos de concientización, con rangos y desarrollos diferentes, desde las plantas y los animales hasta el ser humano.
            René Descarte, nuestro personaje principal en esta historia, tal vez llevase razón en parte, ya que afirmó la existencia de dos sustancias, una material ("Res extensa") y otra inmaterial ("Res cogitans"), que hoy podríamos asimilar a fenómenos de orden material y energético respectivamente; sin embargo, se equivocó al presuponer la facultad consciente sólo en el ser humano. Todo el Universo es consciente de sí mismo, constituyendo -así lo imagino- una Matriz energética en cuyo seno existe todo cuanto percibimos. La razón completa la tiene a mi juicio otro gran filósofo cartesiano, sucesor del francés, pero crítico con la estructura formal de su pensamiento. Se llamaba Baruch de Spinoza y su pensamiento central podría resumirse en esta sencilla frase latina "Deus sive Natura". Algo que traducido a lenguaje matemático equivaldría a decir: DIOS=NATURALEZA.