... de Gogle |
Era una rencorosa, una estúpida rencorosa que me abandonó llevándose lo más preciado para mí, las palabras. Sabía perfectamente, que sin ellas no podría continuar la senda marcada, mis poemas se descomponían en la ingrata soledad del abandono. Del interior de los cajones donde cuidaba, con mimo, aquellos versos más delicados, mis historias más amadas que deseaban emprender el mágico vuelo de la locura y abandonar, para siempre, los miedos en la noche y las lágrimas de la madrugada ausente, surgían gritos desesperados que se ahogaban en el silencio definitivo.
Mi sombra huyó mientras procuraba hallar el sueño de mi vida, el sentido exacto de mi existencia, una existencia llena de algún sinsabor amargo, doloroso, pero siempre habíamos compartido grandes esperanzas y desentrañados íntimos secretos que nadie podía suponer.
Estoy perdido entre rostros desconocidos, vagando por extrañas calles que no sé hacia dónde van e ignoro de dónde vienen, parecen ocultarse ante la llegada incierta de mis pasos inseguros. Busco algún rostro conocido que pueda darme noticia de mi vida anterior, trato de encontrar alguna emoción que me devuelva la sonrisa del ayer, procuro recordar las viejas canciones que despertaban ilusiones en mi alma.
Mi sombra huyó, tal vez, para siempre. Seguiré aguardando la aurora compartida con ella, mi gran amor, confío que, con su ayuda, pueda reencontrarme a mí mismo.