Hoy es

El confidente


       Con puntualidad prusiana y paso firme, como es habitual en él, justo a las ocho en punto de la mañana, Hermenegildo Plaza entra en la comisaría del distrito de Vallecas.
       — Buenos días a todos. ¡Hoy van a rodar un montón de cabezas! Ramírez, ¿ha colocado usted sobre la mesa de mi despacho la carpeta que le pedí ayer?
       — Sí, jefe; ya sabe que sus mandatos son órdenes para mí. — se atragante al hablar — . Digo...; digo bien, señor.
       — Muy bien, aquí está. ¿Pero y el nombre y número de teléfono del confidente?
       — Verá, señor comisario; la verdad es que Anselmo, que había establecido el primer contacto con el susodicho, aún no ha aparecido por comisaría. Ayer se marchó a mediodía diciendo que tenía que resolver un asunto relacionado con el caso "Vacas Locas"
       — ¿Vacas Locas? ¿A quién se le ha ocurrido dar ese nombre en clave al robo de animales de la finca El Rodeo? --Sale del despacho y gira en redondo en mitad de la sala principal mirando con cara de pocos amigos a las mesas en las que trabajan tres policías y el inspector Bejarano, recién llegado de la Jefatura Provincial de Policía de Badajoz.
       — ¡Pues sí que estamos listos! Seguro que habrá sido idea del propio Peláez, el cerebrito del grupo. ¿No es así, Ramírez?
       — Lo cierto es que yo mismo lo alenté en su propósito; en el fondo Anselmo estaba dubitativo, pensando que a usted no le iba a caer en gracia el nombre. — El inspector Bejarano, el mismo que habla, se levanta de su mesa y camina hacia el comisario, aunque guardando una prudente distancia con él.
       —No decía yo que hoy iban a rodar cabezas. Por lo visto debo de ser un ogro; sé muy bien que por detrás me llamáis así; pero luego, cada cual tira de la manta por donde le place. Un día de estos... — Mientras pronuncia estas palabras, mira fijamente al inspector Bejarano y éste, algo contrariado, le retira la mirada y se vuelve a su sitio —. ¡Me cachis en to los mengues! Ramírez, quiero aquí a Anselmo Peláez en media hora. ¿Entendido?
       — De acuerdo, jefe. Haré todo lo posible por localizarlo
       Nada más sentarse de nuevo tras la mesa de su despacho, suena su teléfono personal. Una voz familiar al otro lado de la línea le habla:
       — Señor comisario: soy el confidente. No intente llamarme ni buscarme: estoy en paradero desconocido y con los bolsillos forraos; ya sabe, el asuntillo ese de las "Vacas Locas". Seguramente le habrán dicho ya en comisaría que estuve dudando un poco acerca de que nombre en clave ponerle a la operación. Saludos, señor, y hasta nunca.
       No le ha sido posible contestar, porque la comunicación se ha cortado, pero aún así dice en voz alta:
       — ¡No he visto un tipo más iluso e incauto que éste! ¿Cómo se pueden colocar en el mercado veinte caballos de pura  raza robados? ¿No será que estoy soñando?




Rebeca Barrón

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Fotógrafo ambulante

... de Google
Me hice un retrato hace unos meses
en un fotógrafo ambulante
que llevaba un telón con un traje de luces
pintado con hermosos colorines,
y un agujero arriba
donde se mete la cabeza
para hacerte la foto.



Ahora cada vez
que miro la fotografía
escucho los aplausos de la gente
pidiendo para mí las dos orejas.
Y veo a una mujer hermosa
mirándome insinuante, que me arroja una flor
que llevaba prendida entre sus senos.


En mi casa me espera mi mujer
para insultarme en cuanto llegue,
decir que he fracasado y no soy nadie
y que maldice el día de nuestro matrimonio.


Por favor escuchadme,
que miente mi mujer al afirmar
que no soy nadie,
que soy un fracasado.


¡Yo soy un triunfador!
Soy un torero muy famoso
al que aclama la gente.


Lo puedo demostrar,
ahora mismo lo voy a demostrar.
Todos y cada uno de vosotros
podréis verificarlo. Por favor acercaos.
Mirad, mirad con atención esta fotografía.




... de MIS PERSONAJES SE PASEAN POR LA RED. 
Tomo I. 2012

Raúl Morales Góngora

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

La canción de la Selva

... de Google

              Arboles y agua
              y ramas secas flotando
              por el cauce abajo de los ríos
              barro hollado de pisadas
              que los hombres dejan sobre la tierra



              Blanco de cal
              en las paredes de las chozas
              palmas esponjosas de las techumbres
              y un colibrí de alas multicolores
              que liba inquieto sobre el aire
              las corolas de mil flores


              Los manatíes gordezuelos
              levantan sus enormes cabezas
              y muestran sus fértiles mamas
              mientras rumian y comen
              las algas y manglares de las riberas


              Un águila sobrevuela por el aire
              buscando alguna incauta presa
              y las iguanas que bostezan
              y bostezan tendidas al sol
              los basiliscos y cangrejos
              que sueñan con el mundo mientras bailan


              Esta es la selva que respira vida
              justo en los anchos límites
              entre la tierra y el cielo
              allí como un perplejo observador
              me hallo yo también
              el que cuenta esta historia




Pilar S. Tarduchy

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Retrato de invierno

La foto es de
Santiago Solano

       Hoy sí. Aparto el visillo y veo en el cruce de carreteras un violento cauce resbalando sobre el asfalto. Si me agacho - tengo la persiana a medio subir para que no se mojen los cristales - el rojo de los tejados bajo esta niebla meona resplandece. Al fondo el verde de la tierra humea. Los coches circulan con las luces encendidas. Tengo fríos los pies, y eso que en la estufa eléctrica arden dos resistencias. Gime una campana. Y se me viene la imagen del cementerio del pueblo de golpe, como un mazazo. Mis muertos, abajo, en la nada, esperándome.

Pedro de Andrés

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Patrich Rosas

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

¡Ya estoy harta!

... de Google
       ¡Ya estoy harta!
       Ya está bien señores, de seguir aguantando.
       Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.
       A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.
       Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en…
       Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece como si entrara el viento por la ventana.
       Harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas…De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros.
       Harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.
       Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la Tablet (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo etcétera de tareas invisibles.
       El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.
       Y encima de todo hay que aguantar “¡Qué bien viven los maestros!” Porque para la sociedad somos unos privilegiados que “no damos un palo al agua”.
       Las 67 propuestas de mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más. ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad…el padre no quiere que humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia del Juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.
       Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así, exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el mundo tiene derechos menos nosotros.
       Enseñamos a nuestros alumnos por ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz para que el yugo nos caiga con más fuerza.
       Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad...pero, si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.
       A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente."






Eva María Romero Valderas,
profesora de Instituto.

No me olvides

... de Google.

       Se acercó a la cama despacio, alimentando mi ansiedad con el roce de sus zapatillas sobre la alfombra. Se instaló entre las sábanas de raso con el inconfundible frufrú del camisón de seda. Tal vez no llevara nada debajo. Me excitaba pensar que aquella podía ser nuestra noche. Llevaba meses llegando tarde, demasiado cansada para el sexo y yo lo lamentaba aunque me sentía incapaz de solucionarlo. Mi razón de existir era introducirme en su cuerpo bien lubricado y moverme como solo yo sabía para proporcionarle orgasmos galácticos. Llámenme raro, pero soy capaz de recordar todos y cada uno de los que compartimos en la época dorada en que le daba noches repletas de gemidos que, a continuación, le proporcionaban un sueño reparador. ¿Cómo era posible que lo hubiese olvidado? Acaso su trabajo era tan absorbente que ya no se acordaba de tan buenos momentos. Aguardé en silencio. Se removía en la cama, inquieta, suspirando con algunos quejidos leves. Buena señal, aún estaba despierta. Anhelaba llamar su atención, que me agarrase como antaño y me follara hasta gritar como en los viejos tiempos. Alargó su brazo hasta tocar la mesilla. Trasteó unos momentos con el cierre del cajón y llegó el momento mágico. Ni siquiera pulsó el botón de encendido. Hacía tiempo que mi batería estaba agotada y era incapaz de vibrar, pero eso nunca la había detenido. Esa noche, mi dueña dormiría con toda la placidez del mundo.





Pedro de Andrés (Ultralas)
Texto ganador de Placeres y Perversiones, 
Netwriters, diciembre 2016

Òscar Rodrigáñez Flores

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Ivonne Sánchez Barea

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Chico

       A mi amiga, Caridad Abellán, que en el Taller de Escritura Creativa de Garciaz, escribió el primer pensamiento, que puedes encontrar pinchando aquí, y del que se sigue este texto de mi autoría.
----------oooooooooo----------


Caridad Abellán,
AQUI para ir a su blog


       Al dragón, una bestia tipo escupeairecaliente, lo trajeron un día lluvioso de hace ahora cuatro meses. Aquella mañana mami me tuvo entretenido jugando a la pelota todo el rato, en la cocina, una mano en las sartén, otra haciéndome caricias. Mami me quiere mucho, me da besitos, me asea, me peina, está siempre pendiente de mí.
       Desde la cocina se oía con toda claridad el ensordecedor ruido de las garras del gigantesco reptil fijándose a la pared. Mami me miraba y me decía palabras incomprensible, como casi todas sus palabras, que parecen muchas veces canciones más que palabras; pero se le notaba que aprobaba que en mi cuarto se instalara el monstruo, ese objeto mecánico con cabeza de buzón que sí, que me calienta con su aliento, pero que me da todas las mañanas un buen susto.
       Cuando por los cristales de la puerta que da a la calle, empieza a entrar la luz, zas, va y se despierta, lanza su rugido de bestia infernal y se pone a expeler aire caliente sobre mi cuna nueva, abajo, pegada a la pared que linda con la cocina, entre el felpudo y la escalera que sube al cuarto de mami. Y claro, yo que tengo un buen oído, me despierto de golpe, inquieto, y me quedo como paralizado, a veces durante cuatro o cinco segundos, a veces más, hasta que me despabilado del todo y me tranquilizo.
       Porque mami, duerme arriba, con el otro humano, en una cama de barras de hierro en negro que remata en las alturas con boliches de oro. Duermen los dos en ella, en esa cama vieja que de vez en cuando se pone a gemir. A mí me da mucha pena cuando se pone así: “¿qué le estarán haciendo?”, me pregunto. Y claro, yo tengo miedo. Miedo porque temo que se rompa y mami se lastime algo con ella, y porque es por la noche, que las cosas no se ven como por el día, y estoy solo, a la entrada de la puerta de casa, con el dragón arriba observándome.
       Cuando el dragón me despierta, todos los días, ya recuperado del sobresalto, subo las escaleras. Procuro no hacer ruido, que no quiero despertar al otro, que tiene muy malas pulgas, que nada más levantarse grita, y grita y grita, y tiene que ir mami a llevarle una taza con el desayuno, y todo eso. Me cuesta subir la escalera. Los peldaños no están hechos para mí. Me cuesta tanto que, a veces, como llevo toda la noche reteniendo y tengo muchas ganas de hacer pis; pues, a veces, se me escapan algunas gotitas: y me da vergüenza, mucha vergüenza.
       Si me ocurre esto, mami, trae un palo pegado a un trapo y lo limpia. Y me acaricia, y me dice palabras incomprensibles, como casi todas sus palabras, que parecen muchas veces canciones más que palabras. Y yo me siento feliz.
       Entro en su cuarto, me pongo del lado en el que ella duerme, y le balanceo la mano con toda la suavidad de que soy capaz. Ella tarda un rato en despertarse. Luego dice mi nombre. Se pone la bata, las zapatillas, y bajamos los dos la escalera muy despacito. Ella porque lleva el sueño todavía en los ojos, y también porque la rodilla derecha la tiene malita, todo hay que decirlo. Mami abre la puerta de la calle y yo salgo.
       Yo no soy uno de esos chuchos callejeros que le ladran a la luna, uno de esos perros solitarios que no tienen donde caerse muerto. Yo tengo mi poste de la luz allí mismo. Los humanos dirían que su urinario, allí mismo. Levanto mi pata y orino. Luego sí, doy tres o cuatro ladridos para que todos sepan que sigo vivo.

Y mi nombre es Chico.

En el vídeo que se sigue Cari lee el cuento, su cuento, tras una semana de trabajo desde su primer pensamiento apuntado en la dedicatoria. Y yo leo una primera redacción de este primer pensamiento que ella escribió y tú ahora acabas de leer.




Nataly Jorge

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Una mirada hacia el futuro: genes y epi-genes


... de Google.

          Podríamos situar los inicios históricos de la Genética en los trabajos realizados por el monje agustino Gregor Mendel sobre la hibridación con guisantes, publicados en 1866. Posteriormente, a partir de 1900, se produce el re-descubrimiento de las leyes de Mendel por parte de varios científicos, confirmadas años después con investigaciones sobre la mosca de la fruta; todo lo cual confluiría en el desarrollo de la teoría mendeliana-cromosómica de la herencia: hechos que permitieron profundizar en la determinación de los patrones básicos de la herencia genética y su orientación hacia la naturaleza física de los genes. Más tarde, durante el período comprendido entre 1940-50, se sigue avanzando con nuevos descubrimientos que culminarían finalmente en el hallazgo del ADN (ácido desoxirribonucleico), sede cromosómica de los genes.

         El año 1953, marcaría un antes y un después de esta historia, al anunciar al mundo los científicos Francis Crick y James Watson el revelador descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN, con sus cuatro bases nitrogenadas (adenina, timina, citosina y guanina) haciendo de escalones entre ellas. Otros importantes hitos a subrayar fueron: la iniciación en los años 70 de las primeras experiencias en el campo de la manipulación genética; y a partir del año 1990, la puesta en marcha de una macro-investigación (El Proyecto Genoma Humano) que culminaría en el 2003 con la secuenciación completa del mismo. Hasta aquí un largo recorrido que parecía permitir encajar primero, y luego manipular de forma plausible, todas y cada una de los casi 25.000 tramos (genes) y más de los 3000.000.000 (millones de bases) que lo componen.
         Nada más lejos de la realidad para aquel nutrido grupo de biólogos y bioquímicos que trabajaban en tan prometedor campo científico. Los menos de 25.000 genes descifrados cuando se culmina el Proyecto, de esos 150.000 supuestos en un principio, tantos como proteínas tiene cada célula del cuerpo humano, los puso en sobreaviso, haciéndoles ver que la complejidad del problema no se hallaba en el mayor o menor número de genes, sino en su potencial capacidad de expresión. Había comenzado la era de la Epi-Genética.
         Fue el ebriólogo Conrad Waddington quien acuñó en 1939 el término Epigenética, al hacer referencia a las estrechas relaciones que se establecen entre el genotipo (conjunto de genes) y el fenotipo (conjunto de caracteres visibles expresados por estos), en presencia de unas determinadas influencias del medio ambiente. Una de las definiciones que se le han dado a esta rama de la Biología es la que expresamos aquí: "disciplina científica que se ocupa de estudiar los cambios heredables que no dependen de las modificaciones en las secuencias de las bases del ADN".
         No se había descubierto aún la estructura del ADN y ya se sospechaba, merced a las observaciones y estudios médicos sobre el desarrollo y las enfermedades, las altas implicaciones que debían de existir entre la herencia y el medio ambiente. Hoy, más de setenta años después de las observaciones de Conrad Waddington y otros muchos estudiosos del tema, las investigaciones sobre epigenética son una de las puntas de lanzas más importantes en el conocimiento de todos los factores que se entrecruzan entre nuestra base genómica y lo que en realidad vamos siendo a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida. Al parecer, en cuanto a este aspecto se refiere, nada hay absolutamente pre-determinado en nuestra naturaleza humana, como hasta hace muy poco tiempo se creía, pues podemos cambiar y re-programar hasta determinados límites nuestra biología; el meollo de la cuestión se halla en la compleja actividad que se desarrolla a nivel molecular en todas y cada una de nuestra células. Nuestro genoma no es más que un mapa, un sustrato material, un texto sobre el que se escribe y re-escribe la historia de lo que somos o podemos ser a lo largo de nuestra vida; y por dicha razón, nosotros tenemos mucho que aportar en la redacción final de ese texto.

         La palabra Epi-genética toma su significado de la raíz griega epi, sobre o en, y genética; es decir "sobre los genes". Sería el conjunto de mecanismos que actúan sobre los genes cambiando su expresión o actividad sobre las proteínas que desarrollan y mantienen el organismo, aunque no exista ninguna mutación en el orden de las bases del ADN.
         Se han podido descifrar hasta el momento tres de estos finos mecanismos conocidos como metilación del ADN, modificación de histonas y silenciamiento génico mediado por ARN no codificante (la complejidad del tema nos impide ilustrarlos aquí, ni tampoco parece que sea el objeto específico de este artículo); los tres intervienen sobre el código fuente del genoma "encendiendo o apagando los genes", y consecuentemente, generando de una forma hasta cierto punto reversible, según viene comprobándose, el estado de salud o enfermedad de cualquier ser vivo. Y en todos ellos el medio ambiente en interacción con la persona, y también por ende con las condiciones del propio medio intra-celular, pueden producir los efectos bidireccionales ya señalados.
        Dentro del medio ambiente nos encontramos también nosotros y nuestras propias decisiones, especialmente en relación con el desarrollo de los bebés durante los períodos de vida pre-natal, peri-natal y post-natal. La trascendencia de nuestros actos voluntarios es enorme, pues pueden afectar, epigenéticamente hablando, hasta la tercera o cuarta generación familiar de aquellos individuos que hereden nuestros genes. Hoy ya se sabe, por ejemplo, que la alimentación o el estilo de vida de los abuelos influirá en sentido positivo o negativo, a través de su descendencia, en el futuro vital de sus nietos. No es por tanto un asunto baladí, ya que son muchos los estudios que demuestran la importancia de prestar atención a la influencia de dichos marcadores, especialmente por medio de una buena alimentación y un estilo de vida saludable, comportamientos que tienen claras repercusiones en enfermedades como el cáncer, la obesidad, la diabetes y un largo etcétera.
         La buena noticia es que se está investigando mucho en este terreno y el futuro parece prometedor en lo que respecta a la mejora de la calidad de vida de la especie humano; eso sí: siempre que hagamos un uso responsable de nuestra potencial capacidad de libre albedrío. El objetivo es ambicioso, pero posible. Hemos de ser optimista, ya que una parte importante de las opciones de conservación y mejora de la vida, tanto para nosotros como para las generaciones venideras, comienzan a estar al alcance de nuestras manos.

Montaña Ávila Solís

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Milagros Salvador

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

La Energía informada


... de Google.
     
       Hoy deseo exponer aquí algunas reflexiones que tienen que ver con un convencimiento personal que viene cobrando cada vez más fuerza dentro de mí, apoyado en los continuos descubrimientos de la actual Ciencia moderna y basado en los principios teóricos de la física cuántica y la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Recaen éstas, una vez más, sobre un viejo problema sin resolver abordado desde siempre por la filosofía, aunque bajo otras denominaciones y ropajes de pensamiento. Se trata del conocido binomio que relaciona Materia y Energía, inevitablemente unido a la presencia fenoménica de nuestra consciencia de observadores, y que parece encerrar, de alguna forma, la sempiterna pregunta aún sin responder acerca de quiénes somos. Comencemos.
            La Energía, la Matriz energética total que intuimos que existe, debe contener en sí el o los Universos posibles e imaginados. Cuando colapsa, haciéndose coherente con nuestros sentidos, se transforma en información: materia o pensamiento para nosotros en este mundo de cuatro dimensiones, pues como bien sabemos Einstein descubrió y añadió una cuarta a las tres dimensiones clásicas que percibimos con nuestros cinco sentidos corporales.
            El pensamiento, habitando siempre el curso de nuestra conciencia, es ya Energía informada de unas características determinadas, al igual que lo es también toda la materia que forma parte de nuestro mundo físico; por supuesto, asimismo, aquellas manifestaciones psíquicas que dan lugar a las sensaciones-percepciones y emociones-sentimientos.
            Los paquetes de esa Energía primaria del o los Universos posibles (todo lo que contiene esa Matriz cuántica a la que ya hemos hecho referencia), se convierten después en Energía informada a partir de la emergencia electro-magnética de los fotones emitidos por los electrones que orbitan en torno al núcleo de los átomos. Ello hace posible que podamos visibilizar el Mundo que nos rodea, hacernos conscientes de él y actuar bi-direccionalmente: es decir, desde la Materia al Pensamiento y viceversa. Hay en todo esto un cierto margen de libre albedrío que posibilita que podamos re-crear nuestra realidad personal, convirtiéndonos de esta forma en hacedores de parte de nuestro destino en la Tierra.
            Puede parecer un planteamiento confuso y rebuscado o cogido con pinzas de una manera pseudo-científica; pero para mí -a la luz de los argumentos que las diferentes disciplinas científicas van poniendo sobre la mesa- tiene suficiente coherencia, aunque forme parte de mis creencias personales: hecho éste del que nada ni nadie puede librarse, ni siquiera la propia Ciencia.
            La Energía informada ya en la forma de pensamientos, puede a su vez re-codificarse en otros formatos nuevamente informados; se trataría entonces de una información de segundo orden: el lenguaje en cualquiera de sus manifestaciones. Léase: hablado, escrito, musical, pictórico, matemático. Es manejable hasta cierto punto, moldeable plásticamente. Eso es lo que nos permite crear y re-crear nuestra realidad, colocar en ese texto que aparece ante nosotros -valga el símil literario-, los puntos, comas, puntos y comas, y un largo etcétera, que hagan posible la inscripción en él de nuestra impronta personal. Conocer dicho Abecedario y su Gramática Universal podría ser el objetivo último al que tendería la especie humana en su evolución: ser capaces de programar y re-programar esos paquetes de energía para la mejora de nuestra salud física y espiritual. Pienso que en un futuro no muy lejano esta idea comenzará a hacerse realidad; más la pregunta está de antemano servida: ¿querríamos hacerlo guiados por dicha finalidad?
            De acuerdo con lo expresado hasta ahora, tiene sentido afirmar que todo el Universo visible es en si mismo información, y consecuentemente, como mínimo hasta un cierto nivel, cabe presuponer que es susceptible de ser informado. Valga como botón de muestra el campo científico de la biología molecular, en el que desde hace tiempo se viene trabajando sobre la lectura y re-escritura del genoma humano. La clave no está ya en el genoma en sí, que se creía herméticamente encapsulado en los propios genes, y, por lo tanto, de difícil modificación, salvo en los errores naturales de transcripción. Esta ciencia nos descubre hoy con multitud de investigaciones validadas que eso no es exactamente así; pues sobre esa base genómica, las circunstancia ambientales (que nos incluyen a nosotros mismos con nuestro personal estilo de vida) pueden actuar para bien o para mal modificando dicha estructura, que como sabemos es capaz de generar, perpetuar, enfermar o finiquitar cualquier organismo vivo. Aceptados tales principios, ya no deberíamos hablar únicamente de genética sino también de epi-genética; o lo que es lo mismo, una vez lo hayamos aplicado a un campo específico de la Vida: "de Energía transformada en materia informada, sobre la que podemos tener una cierta capacidad de moldeado, en una dirección positiva o negativa, a través de nuestras propias acciones".
          Por ello, me gustaría concluir con este pensamiento: conforme vamos evolucionando como especie, las puertas del Universo se nos van abriendo poco a poco de par en par; todo va a depender de lo que queramos hacer con ese enorme potencial energético que se ofrece de forma gratuita a nuestras consciencias de seres humanos.





Mila Aumente

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Juanita la zumbada

       A mi amiga, la escritora Montaña Ávila Solís, que en el Taller de Escritura Creativa de Garciaz, escribió el primer pensamiento, que puedes encontrar pinchando aquí, y del que se sigue este texto de mi autoría.
----------oooooooooo----------


La foto es propiedad de
Montaña Ávila Solís
       Los domingos el despertador de Juanita remolonea en su silencio de festivo. Así que es el alboroto de los muchachos jugando en la calle quien la despierta. Si los niños se han ido al polideportivo, a las afueras del pueblo, y el silencio acampa en su ventana, es su cuerpo el que se pone en marcha solo. Pero Juanita no se levanta nada más abrir los ojos, se queda en la cama, mirando las musarañas del techo que a veces son azules, otras blancas, y la mayoría de las veces grises, como este mundo que parece cosido con hilos de ausencia.
       Las musarañas invisibles que cuentan cuentos y chismes le gustan a Juanita. Así que si miras con atención la puedes ver con una cara de agosto en fiestas que da gusto verla. Otra cosa es cuando tiene que hacer la colada: ahí va con un caminar pausado, casi arrastrando los pies, como si estuviera en un mal sueño. Juanita, mientras la ropa da vueltas y vueltas en el tambor de la máquina, prepara un café, saca del congelador unos churros, los fríe… y se deja llevar por su amiga la tranquilidad. Ahí puedes pensar que se aburre, y no hay tal. 
       No, que el desayuno de los domingos no es el desayuno de los días de diario. Es un tiempo en el que no caben los malos pensamiento, en el que la búsqueda de la solución a lo irresoluble, que eso es el trabajo, un sin vivir, no tiene cabida. Sólo la vieja lavadora, con su recorrido de más de una hora y media, pone coto al mundo de su desaforada imaginación. Así que Juanita se entretiene en pasar un paño por los muebles, hace la cama – aquí entre nosotras odia hacer la cama -, y, algunas veces, hasta barre el suelo. 
       Juanita no canta nunca mientras hace estas ineludibles faenas de la casa. Tiene en estos menesteres siempre la seca cara de ese policía de tráfico cabreado que sabes que te va a multar seguro, esa expresión ácida y desabrida del maestro de pueblo de toda la vida que está a punto de soltarte una buena reprimenda; una regañina que nadie duda que mereces, desde luego, que las travesuras, más la gamberradas, aunque sean cosas de niños y adolescentes, son siempre malos hábitos, viejas y retorcidas sendas del mal. Otra es la cara de Juanita cuando sale con la bicicleta al campo. 
       Sube a Peña Lobera, los cascos puestos, cantando a voz en grito, que más de uno dice que esta chica está zumbada. Mira el paisaje. La casa de Lenzo y Launa, allá, en la libertad del campo, junto a los árboles. Y la hierba, y el olor a jara… Luego regresa al pueblo, se detiene en el molino. Ahí deja de cantar, se quita los cascos, escucha el viento que juega al escondite con las aspas, y las mueve, y alza ese sonido tan antiguo que a Juanita le gusta tanto. Desde ahí ella mira el mundo entero, su pequeño mundo. 

       Ahí, yo lo sé, ella siente la angustia de tener que hacer siempre lo que se debe, casi nunca lo que se quiere. ¡Ah, y mi nombre es Libertad!


En el vídeo que se sigue Montaña lee el cuento, su cuento, tras una semana de trabajo desde su primer pensamiento apuntado en la dedicatoria. Y yo leo una primera redacción de este primer pensamiento que ella escribió y tú ahora acabas de leer.


La hoja en blanco

... de Google.
     La hoja en blanco oculta muchas lágrimas, demasiadas amarguras que estallan en un caos de palabras que luchan entre ellas. Desean dibujar versos, tal vez, sean parte de un sencillo poema. En cada sueño blanquecino hay una cicatriz que escuece, en la penumbra rencorosa del atardecer, llena de una soledad inaguantable y terriblemente dolorosa, por donde vagan los besos no dados, las caricias ausentes, las miradas que perdieron su brillo entre el cálido sopor de viejas canciones, evocadoras de hermosos recuerdos.

     El resplandor ciega a las palabras, por los recovecos olvidados van surgiendo imágenes con sensaciones que, apenas, son recuerdos. En el ambiente difuso flotan deliciosos aromas de momentos lejanos compartidos con seres amados que ya partieron; de vez en cuando, regresan para dejarnos en algún rincón del alma consejos que nunca quisimos aceptar. 

     Con el paso del tiempo la emoción ya no nos deja saborear la dulzura de aquellos momentos que no supimos disfrutar. Las palabras se confunden, luchan, arrojan su pudor, buscan desesperadamente aquellos viejos consejos pero, apenas, los entienden, pertenecían a otra época, todo era diferente, incluso, las palabras tenían otro significado.

     Con del tiempo, ellos, ya no regresan a nuestra soledad y la blancura, deslumbrante, se va cubriendo de sangre de heridas, cada vez, más dolorosas que el tiempo jamás podrá cicatrizar.

María Sangüesa

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

María José García Molina

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos


Gracias a Santiago Liberal


que me dio el enlace a este vídeo.



       Después de la pregunta de las cervezas, creo yo, que se pueden hacer otras preguntas, digo. Santiago Liberal mismo se hace algunas en TT. Y a mí se me ocurre la siguiente:  
       -- ¿Y cómo distinguiremos las cosas importantes de la menos importantes, hay algún método infalible para ello ?



Blind George

... de Google
       Era un hombre tan alto, tan alto, que tenía una nube en el ojo. La gente le conocía como “Blind George”. Se le veía caminar por las calles empedradas de San Miguel de Allende, en Méjico, con su bastón de madera y su kalimba. Se le escuchaba antes de llegar por los sonidos que hacía su instrumento.
       Los niños morenos, sucios y descalzos corrían por delante de él. Se reían e intentaban imitar un sonido que hacía con su garganta, “gagagagaa”. Era un hombre alto con una barba blanca y un pelo ondulado como nubes que caían por sus hombros.
       Cuando te miraba con sus ojos azules, sentías que te escuchaba el alma. Bailar con él era como bailar con una gallina loca. Comía con tanto gusto que se chupaba los dedos y cuando terminaba sus “huevos a la mejicana,” siempre le decía al camarero en voz alta y con su acento de gringo: “Esta riquísimo, muy, muy rico!” Construyó unas casas que parecían de un cuento de hadas de marruecos, estaban llenas de bóvedas y había delfines y dragones que saltaban por las ventanas hechos de vidrio de color. También había ventanas que daban al este donde se veía el amanecer.
       Por las tardes se le veía en su torre, donde crecía un árbol de eucalipto, tecleando en su máquina de escribir. Mandaba sus cartas por todo el mundo, a sus amigos y familiares. Lo conocí de muy pequeña, mientras navegaba los altos mares de la barriga de mi madre. Su voz la reconocí en cuanto me tuvo en brazos; pero él a mí no me vio, ya que tenía unas nubes en sus ojos azules.
       Le llamaban “Blind George” “Jorge el Ciego”. Fue un hombre conocido en todos los continentes, vivió en Goa, India, Méjico, Hawái, Brasil y España, por nombrar unos cuantos, y este hombre que era tan alto, tan alto en sabiduría y tolerancia un buen día se fue… y a mí me dejo huérfana.





... el texto es propiedad de 
Karuna Tzadi Arnold





María de los Ángeles Carretero Casar

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Marie Blanche

... de Google
           Marie es alta y delgada y el color de su tez me recuerda el blanco de la nieve en invierno en los altos picos de las montañas. Bueno, quiero decir que es preciosa, pero de una piel blanca como la leche, algo arenosa al igual que la aplanada superficie del azúcar refinado. Digo bien: tal vez un yogurt blanco y azucarado puede que le haga honor a su espalda semidesnuda y expuesta al sol radiante en un día de poniente. En fin... qué decir de su esbelto cuello de garza, que ayuda a dibujar su efigie a contraluz sobre el espumoso acantilado de una desierta playa de la costa mediterránea. Es la pura claridad, el áurea del firmamento cuando mi alma se siente mustia y transita por entre túneles de negro carbón.
            Pero si me preguntáis si conozco bien a Marie, he de deciros que no; apenas si la he visto un par de veces sirviendo copas tras la barra del Moonlight, un concurrido pub que se encuentra al final de la rambla principal de Vilablanc. Y si creéis que existe Vilablanc, es justo porque Marie existe también dentro de ese pequeño pueblo de pescadores. Toda ella parece que encerrara dentro de sí su mágico entorno repleto de naturaleza; resume sin saber por qué una verdad escondida en lo más profundo de mi corazón.
            Sin embargo, en el fondo todo resulta contradictorio, ya que sólo he hablado con ella un par de veces, para pedirle una birra o una vermut de mediodía. ¡Pero qué demonios tienen algunos seres, humanos o no, que se adueñan de nuestra alma nada más toparnos con ellos por primera vez! Ese es mi caso con Marie: ¡siempre tan misteriosa! ¿Queréis creerlo?
            Su sonrisa me paraliza de bella que es. ¿Quién dice que no soy un tímido redomado? Cuando la contemplo tengo la impresión de estar a punto de coger entre mis manos un delicado jarrón de porcelana de la dinastía Ming. ¿Y si se me cayera al suelo y se me rompiese? Seguro que es única y por supuesto su valor es incalculable, me digo mientras mis ojos se extasían y recrean su figura angelical de arriba a abajo. ¡No tengo remedio! Mientras reflexiono, Marie me observa con cierto interés, pero no alcanza a imaginar cuáles son mis intenciones; posiblemente deduce por mi mirada que albergo algún tipo de deseo hacia ella, cosa natural cuando sabe que son muchos los que la pretenden.
            Algunas veces pienso que soy un tramposo con una pizca añadida de maldad, mezclada con un poco de infantil ingenuidad. Lo digo porque el otro día le hice una foto a escondidas con mi móvil y la tengo de fondo de pantalla en mi ordenador. Es bonito verla jugar al escondite entre los iconos multicolores e imaginar que me susurra mientras le dedico este texto de amor que ahora mismo escribo. ¡Vaya, acabo de hacer una instantánea fotográfica a mi propia alma! En este preciso momento me estoy contemplando como si fuese un personaje más de este pequeño relato que comencé a escribir hace unos minutos. Ella surgió como por arte de magia dentro de mí, traspasando la frontera del mundo de las ideas para convertirse en pura realidad. Marie, que era sólo ficción, se ha hecho de carne y hueso; ha ido tomando poco a poco existencia propia con sólo haberla imaginado. Y no puedo evitar decirme después de experimentar este pensamiento: ¡chico, no eres más que un idealista!
            En fin, como esta historia no pasa de ser un pequeño relato de ensoñación, he decidido cerrarla ya con una imagen instantánea que ahora mismo invade por completo mi ser.
            Acabo de atravesar la puerta del Moonlight y apenas si puedo ver su interior al estar en penumbra debido a su luz de ambiente. Poco a poco, conforme me acerco hasta la barra, voy recuperando totalmente mi visión; doy por supuesto que he pasado de un mundo a otro: ¿tal vez de la realidad a la fantasía? En cualquier caso, aquí aparece de nuevo Marie; me mira intensamente primero para segundos después brindarme una sonrisa acompañada de un gesto de complicidad. ¿Qué habrá querido decirme con todo eso? No lo sé; aún me debato en sueños entre sus brazos.





María del Mar López Vaamonde

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Mari Carmen Azkona

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Lydia Cotallo

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Otra etapa

La foto es de la autora
       Helena estaba durmiendo, acurrucada debajo de una manta lila que había traído de Méjico. Solo se le veía la cabeza recién rapada. El pelo crecía en trocitos de gris esparcidos como laminas de metal.
       Sonó el despertador, un sonido que le recordaba a flores flotando por el aire. Se despertó con una sensación de paz y con el corazón lleno. Había tenido un sueño en el que estaba su padrastro Michael, al que había perdido hacia cuatro años. Estaban en su casa de campo de Ibiza, con su olor a pinos y olivos. Después de meses de pesadillas y sueños de ansiedad buscando a niños perdidos y siempre despertándose con un sentimiento de caos, se sintió bien.
       Tomó unos minutos para hacer su meditación de agradecimiento, empezando con los habitantes de su casa y luego con su madre. Se acordó de que su madre vendría en unas horas y podría escaparse a Trujillo. Le apetecía el silencio del coche e iría a escribir al Bar de Sandra’s. Por fin escribiría un relato sobre Conrad White, un fotógrafo en Ibiza, que la violó, cuando tenía 15 años; pero eso Helena todavía no lo sabía. Por la tarde tenía su clase de Escritura Creativa y estaba curiosa a ver lo que aprendería.
       De repente escuchó la voz de Samuel:
       — Mama, mama.
       Sintió una punzada detrás del ombligo y se incorporó y se vistió rápidamente. Cogió el cubo azul de pis al que le tenía un asco y cariño al mismo tiempo. Pues si no fuera por el cubo, estaría bajando las escaleras 4 o 5 veces por la noche, intentando no hacer ruido y desvelándose en el acto. El cambio de hormonas había atacado su vejiga y habilidad de dormir. Mejor el cubo que el insomnio.
       Abrió la puerta y enseguida le asaltó el calor de la nueva estufa. “¡Qué maravilla de estufa!”, pensó Helena. No sabía cómo habían podido sobrevivir tres inviernos en Garciaz sin calefacción. A no ser que un brasero y un radiador se considere calefacción.
       — Mama, mama.
       Samuel seguía gritando y llorando. Mientras dejaba el cubo en las escaleras escuchó los ronquidos pesados de su marido que hacían vibrar las paredes. Nunca había conocido a alguien que roncara tan fuerte.
       Se adentró en el salón y abrió la puerta de la habitación donde encontró a su hijo de pie, en su cuna.
       — Tranquilo amor, ¿qué te pasa? 
       Al cogerlo en brazos se dio cuenta que estaba caliente y sudado. Le llevó rápidamente al salón, se sentó en el sofá y le empezó a quitar la ropa y el pañal. Con sus dos años y medio, ya no llevaba pañal durante el día, pero por la noche todavía le hacía falta. El niño seguía llorando y pataleaba contra ella. Una vez desnudo le llevó al cuarto de baño, cogió el termómetro y volvió al salón. Puso a Samuel encima del cambiador y le metió el termómetro en el culito. No le agradaba hacerle daño, pero como no se quedaba quieto era imposible ponerlo en la boca o en la axila. 
       Los números siguieron subiendo y cuando llego a 40.1 F sonaron los pitidos. 
       — Ya está amor, vamos a por la medicina, tienes fiebre. 
       Le volvió a coger en brazos y al girarse vio a su marido entrar con su camiseta roja y descalzo. 
       — ¿Que le pasa? - le preguntó Lorenzo mientras le daba un beso en los labios y otro beso en la cabeza caliente de Samuel. 
       — Tiene mucha fiebre - dijo Helena con voz temblorosa. 
       — Voy a por el Dalsy. ¿Cuánto le pongo? - preguntó Lorenzo. 
       — Cuatro – dijo Helena. 
       Después de que Lorenzo le diera la medicina al niño, Helena se sentó en el sofá para calmarlo. Intentó volver a sentir la paz de su sueño, el amor que tenía para su padrastro, y se lo transmitió a Samuel que se quedo quieto abrazado a su madre.
       — Mama, mama, papa, papa - se escuchó la voz de Aitor. 
       Lorenzo entró en el cuarto de los niños y salió con Aitor en brazos. Dejo al niño en el suelo y el niño vino hacia su madre y la miró con sus ojos castaños, que eran iguales que las de su abuela Mireille, y su abuela Inés. Tenía el pelo castaño ceniza y miró a su hermano que era la imagen casi exacta de él, y le preguntó:
       — ¿Samuel, no encuentra bien?
       Su hermano le contestó:
       — Samuel está enfermo.
       Entonces Aitor caminó hacia él y le dio un beso en la mejilla.




... el texto es propiedad de 
Karuna Tzadi Arnold

Luisa García-Ochoa

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Lola Martínez Auñón

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Pesadilla

... de Google

Aquí yace el aire amortajado
cansado de tanto esperar
los rostros que no llegan
aquí también la lluvia se ha secado
a fuerza de dejar sus gotas en el asfalto
aunque nadie chapotee sobre ella.


Sólo el astro rey más que nunca
es el dios emperador del fragor y la miseria
devorador al fin de la invicta Vida
que rinde su último viaje
bajo la moribunda faz de este planeta
Tantas toneladas de ácido y hollín
e ira acumulada por el ser humano
han herido de muerte finalmente
el viejo corazón de la madre Naturaleza
Rueda la rueda del empecinado destino
y en su eterno y malévolo rodar
se agota la existencia de cualquier ser vivo
¿Para cuándo un nuevo renacimiento?
gritan las gargantas de tantos moribundos
pero nadie da respuesta a dicha súplica.


No hay tiempo que perder
el reloj de la devastación y la muerte
tiempo hace que comenzó a marcar sus horas
y ya no admite ninguna marcha atrás:
es así de sencillo.



Lola Álvarez Feito

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Mi sombra huyó

... de Gogle
       Era una rencorosa, una estúpida rencorosa que me abandonó llevándose lo más preciado para mí, las palabras. Sabía perfectamente, que sin ellas no podría continuar la senda marcada, mis poemas se descomponían en la ingrata soledad del abandono. Del interior de los cajones donde cuidaba, con mimo, aquellos versos más delicados, mis historias más amadas que deseaban emprender el mágico vuelo de la locura y abandonar, para siempre, los miedos en la noche y las lágrimas de la madrugada ausente, surgían gritos desesperados que se ahogaban en el silencio definitivo.
       Mi sombra huyó mientras procuraba hallar el sueño de mi vida, el sentido exacto de mi existencia, una existencia llena de algún sinsabor amargo, doloroso, pero siempre habíamos compartido grandes esperanzas y desentrañados íntimos secretos que nadie podía suponer.
       Estoy perdido entre rostros desconocidos, vagando por extrañas calles que no sé hacia dónde van e ignoro de dónde vienen, parecen ocultarse ante la llegada incierta de mis pasos inseguros. Busco algún rostro conocido que pueda darme noticia de mi vida anterior, trato de encontrar alguna emoción que me devuelva la sonrisa del ayer, procuro recordar las viejas canciones que despertaban ilusiones en mi alma.
       Mi sombra huyó, tal vez, para siempre. Seguiré aguardando la aurora compartida con ella, mi gran amor, confío que, con su ayuda, pueda reencontrarme a mí mismo.



Leire Olmeda

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Diosa de mis sueños


... de Google
       Si no me hubiese entregado a ti a ciegas, cómo me sentiría ahora; llevaría a cuestas las pesadas cadenas de mi corazón por haber dejado pasar aquel día de neblinosos azules, cuando el mar batía sus vigorosas velas, tan ardientes como el fuego de mi corazón.

       Aquella tarde hubo un fuerte vendaval que arrastró mi alma hasta los cielos; y allí estabas tú, esperándome envuelta entre blancos algodones de luz: intocable y muy lejos de mis deseos. Pero yo, con mi ser aún en tinieblas, quise comprobar a qué saben los besos de una diosa.

       Y cómo no podía alcanzarte, te dibujé con mis dedos en el aire; te apresé con mis pensamientos y te traje hasta mis labios, abrazándote con mis rojos sentimientos antes de que te esfumases para siempre. Tuve mucha suerte, pues nunca más te he vuelto a ver. Por eso hoy, mientras libo mis silenciosas horas, me pregunto:

       ¿Llegaste a existir realmente, o fue nada más que una fantasía de poeta? ¿Pueden de alguna manera hacerse realidad nuestras sueños?

       Ha pasado mucho tiempo, y ya no pienso en nada, sólo siento; y en ese sentir tan hondo, todas mis dudas se han disipado; estoy completamente seguro de que tú existes y existirás siempre en lo más profundo de mi ser. ¿No es eso acaso una forma de realidad?





Lana Pradera

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

La Gioconda Estátriste

Pincha
AQUÍ
para ir a los contenidos

Lo de la aceituna

       A mi amiga Matilde, que en el Taller de Escritura Creativa de Garciaz, escribió el primer pensamiento, que puedes encontrar pinchando aquí, y del que se sigue este texto de mi autoría.
----------oooooooooo----------





       ― Salí de casa con la idea de ayudá en lo de la aceituna, se lo juro. El olivá lo tenemos aquí al lado. Yo me cogí mi silla plegable, por lo de la artosis, que me tiene más que atá. Salí con todas las ganas del mundo, que en los veinticinco días que llevan ya los muchachos de barea, yo sólo les he ayudado en lo de la criba.
Pero, mire usté, señor cura, que el día estaba pero que muy que requetebién: el cielo azul, el campo verde; fresquito, eso sí, que en este tiempo no se puede esperá otra cosa. Lo que más me llamaba la atención eran los olores del campo, que parecía que los olivos chorrearan aceite, y los regatos me cantaran una nana como cuando mi madre, cuando yo chica. Y, en fin, que la tierra olía a siembra. ¡Qué felicidá, Don Matías! Asín que me entretuve en mirá aquí y allá, en olé aquí y allá, bebí de la fuente de los cinco caños. Y cuando quise llegá al olivá traía ya un doló en la riñoná que no me podía meneá. Asín que, en vez de ayudá, na más llegá, abrí mi silla y me senté, y levanté la cara pal sol. No sé si me quedé dormía o no, pero cuando me quise dá cuenta ya habían terminao los muchachos. Y entonces fue cuando se me entró el tiempo de la moceá de golpe, cuando venía con mi Benito y nos tirábamos… las horas muertas en esas cosas de la juventú. Y enseguía el doló, aquí, debajo el pecho, y en el brazo izquierdo. Y luego la oscuridá.
       ― Bueno, ¿y cual es el pecado del que se confiesa, tía Antonia? – preguntó el cura.
       ― Nostalgia, Don Matías, una nostalgia mu grande, casi como una pena.




En el vídeo que se sigue yo leo una primera redacción de este primer pensamiento que ella escribió y tú ahora acabas de leer.