... de La Red |
El tiempo actual huye velozmente hacia un horizonte que nadie ve, una borrosa niebla de incertidumbre cubre las esperanzas humanas, nadie tiene la certeza de poder conseguir el gramo de felicidad necesario para disfrutar, al menos, las pequeñas cosas de la vida.
Relojes aburridos, enloquecidos, se disputan los pequeños sueños y tratan de borrar las sonrisas de los últimos soñadores, las más leves muecas son inmediatamente borradas de los rostros risueños, han de ser anestesiados con la droga de última generación que les alivie del dolor de sentirse vivo, tienen que seguir los esquemas establecidos por la apatía más absoluta.
Sin embargo, el atardecer juega con las emociones del ayer, sus colores ocres y rojizos dibujan nuevas sendas que se dirigen hacia ventanas lejanas por las que se vislumbra un porvenir luminoso, donde todo parece brillar de un modo diferente en el que los versos juegan, sin ningún tipo de pudor, mientras que el poeta aguarda a la madrugada y poder saborear, con tranquilidad, la última copa de amor.