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El otoño regresa

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     Fiel a su cita, el otoño regresa con nuevas ilusiones y un camino por recorrer, sus días van perdiendo horas de luz incitándonos a luchar contra los rencores amargos de la oscuridad. Con lentitud, su ternura maternal va, poco a poco, y con sumo mimo, arrebatando las nostalgias estivales, los sueños deslumbrantes que acaban, todos los años, en una hoja arrugada, sellada, por apenas, dos lagrimas derramadas en un momento de bajón en que, simplemente, una canción evoca un recuerdo que, incluso, nunca existió.

     Hay que seguir, dejar atrás las largas tardes donde las juguetonas palabras se perdían en trabalenguas absurdos que no conducían a ninguna parte, solo trataban de enredar y entregarnos a los brazos cálidos de una noche loca que sólo desea que olvidemos, por unas horas, los rencores de los relojes cabreados que nos amargan la existencia. Tenemos que abandonar las fantasías de verano y reponer los sueños, el camino puede ser duro pero, sin duda, fascinante, aunque el otoño venga cargado de nostalgia y sus atardeceres rojizos acaben cubriendo de tinieblas la magia de la noche, sobre las hojas secas se dibujaran poemas ocres sobre la ciudad desierta. 

     La madrugada, con el vigor acostumbrado, llenará las largas horas con versos sencillos, espejos nítidos de un ayer que se niega a desaparecer. El otoño hace reflexionar sobre la vida, cada cual tiene sus vivencias de los tiempos pasados que trata de conservar en lo más profundo del alma. Todos tienen derechos a gestionar los sentimientos como mejor les parezca, a componer sus poemas con plena libertad, las palabras son las eternas compañeras de caminos, recorridos con esfuerzo entre obstáculos, casi insuperables, bajo la mirada inquisitiva de unas sombras que vigilan nuestros pasos, no nos podemos desviar de la senda fijada.

     Los obstáculos que nos ponía aquel ayer rencoroso lo superamos y, por fin, pudimos disfrutar de otoños que traían caminos dorados, aunque difíciles, cubiertos de nuevas trampas que pretendían robarnos la dignidad, sin embargo, las mágicas tonalidades del atardecer decoraron, de nuevo, los momentos de nuestra existencia, logramos olvidar la incertidumbre de aquellas sombras que trataban de robarnos las ilusiones mas amadas y, en las hojas secas, se iban dibujando relucientes horizontes que, apenas, podíamos imaginar, sin embargo, nos aguardaban impacientes.

     Por eso, hay que seguir, es necesario, urgente, aunque el otoño vuelva a cubrir de tinieblas, cada vez, más oscuras la senda y la noche sea eterna. Tal vez, sólo desea que el hombre encuentre su sueño definitivo.