de ojos que vigilan
y no ven
o, quizás, que no quieren
mirar aquello que ocurre
a su alrededor.
Prefieren ignorar,
qué les importa
aquello que a los otros
les suceda?
Sólo quieren seguir
el camino marcado por
un destino incierto.
Su propio camino.
Las equivocaciones y los errores
cometidos no deben salirse
del verso marcado.
Los otros tendrán sus propias amarguras
y espejos deformes absorben
las imágenes borrosas de sus tardes grises,
llenas de mentiras absurdas
que ocultan toda la podredumbre
de sus almas enfermas.
El otoño jamás perdona los errores.