... de la Red |
El verbo me recorre este único nervio que es todo cuanto soy: el auténtico y prístino genio que me hace levantarme, caminar, alimentarme y enfermar; experimentar el dulce caos del amor y tal vez soñar. Digo tal vez, pues no sé si la vida es en sí misma un sueño encaprichado con seguir soñando a toda costa; una máquina que vomita infinitas emociones por segundo, mueve altos y bajos instintos, sentimientos y pensamientos echados como peces sin redes a la Mar.
Soy yo, en cierto modo, el capitán de una nave (debo asumirlo, aunque no esté del todo conforme) que navega por ese proceloso Mar donde abundan los monstruos del deseo, los cuales vienen a por mí para llevarme a las profundidades abisales en las que viven. Allí, sin que me traguen del todo, me cantan sus devaneos y veleidades obligándome a rendirles pleitesía. ¿Son acaso dueños de mí? No lo creo, pero tienen a su favor un arma portentosa: "el poder de sus encantamientos".
¿A qué os suena esta expresión? Sin duda, al verbo prodigioso del escritor que muchos de nosotros hemos soñado ser: Don Miguel de Cervantes Saavedra.
Mas no os preocupéis, que no aprecio mi talento en demasía, ni osar en pensamiento quisiera -aún no estando cuerdo del todo- emular a tan insigne maestro. Pero siendo hombre al fin y al cabo..., una minúscula porción de ese genio creador me recorre por este único nervio al que en existencia me debo.
Perdonadme -ahora que voy acabando ya este discurso- si brota de mi boca tamaña inmodestia: "Sintiéndome una frágil criatura de la carne, obnubilado una vez más por los desvaríos de mi cabeza, me he creído por un instante Cervantes".
...de «Aves del Paraíso»
Cuaderno de Pensamiento, Poesía y Relato. 2018.