Candás (Asturias) Foto Ana Galán Vigo
me encogía el dolor en el dolor.
Quemaba la tristeza del estío:
ya nunca más ser hija.
En mi senda de luto
apareciste como un verso dulce.
Puse los pies junto a tu sombra,
mis ojos te construían a destajo,
respiraba en el límite del aire.
Luego me senté a escribir la vida,
un diario en mis paisajes.
Golpe a golpe los dedos
abrían celdas luminosas,
en negro la emoción.
En bandadas las letras
nos menguaban las horas.
Algunas veces
tu abecedario de silencio
me cerraba la luz.
No sé por cuánto tiempo mi palabra.
Siempre el susurro de tus olas
y el mismo cuaderno aún sin nombre.