apenas unos pocos céntimos para sangre,
para alguna pequeña burbuja luminosa,
no mucho más para ofrecer
un brindis a la luna.
A la luna
que escurre un hilo espeso
de leche condensada
y dona mantas
de aroma a gasolina.
A la luna
que nos abre sus mares de madre beatífica
para ofrecernos sus colmados senos
y su regazo reluciente.
Así nos amamantaremos
y dormiremos párvulos
bajo el auspicio de farolas,
huéspedes del papel prensado.
Y así, bajo este techo despojado de estrellas,
tu y yo,
con unos pocos céntimos apenas,
brindaremos
en esta noche sin azul.