Mi presencia aquí es fruto de una voluntad manifiesta.
Es un ansia por encontrar el río, su nacimiento y las nieves que lo alimentan.
Es un ansia por rozar el cielo y ver la luz.
Mi presencia aquí es fruto de una voluntad manifiesta.
Un dolor no, una alegría quizás, el gozo del viaje hasta estas tierras tan inhóspitas que me han recibido con desdén.
Pero yo se que seré su hijo predilecto, el mejor embajador y el soldado más leal de sus ejércitos.
Mi presencia aquí es fruto de una voluntad manifiesta.
Entre estas ondas, al abrigo de los riscos donde habitan espero.
Observo el vuelo, la parada y el picado con el que inician la caza.
Y solo ansió volar, sentir el aire entre mis brazos, entre mis manos como arena que se escapa, las nubes a mi espalda, la tierra un paisaje que se agranda.
Mi presencia aquí es fruto de una voluntad manifiesta.
Ya conozco el rugir de sus olas, ya conozco el fondo de su abismo, ya aprendí a andar sobre sus aguas.
Bajo su piel de blanca furia he conocido mil lenguajes.
Sus rugidos me acompañan como música.
Mi presencia aquí, entre los hombres, es una responsabilidad acuciante, ante la cual abandono mi amada soledad y los ocasos dorados.
He de hablaros del monte y del río.
He de hablaros del águila y su vuelo.
He de hablaros del mar y de sus aguas.
Se hizo necesario pero ahora es imperativo.
Atended, pues, que os va la vida en ello.