Hoy es

Reseña Literaria del poemario Evoluzione dell'amore de Óscar Rodrigáñez Flores.







Buenos días a todos... ¡y feliz Martes!

Vamos con la cuarta reseña de poesía consecutiva. 
Para la próxima (que tardará un poco), salto al ensayo.

Espero que os guste.

Evoluzione dell'amore. Óscar Rodrigáñez Flores. (Oskar Rodrigañez Flores).

Dice Guillermo Lopetegui en su prólogo a la plaquette que este libro permite a su autor "viajar a lo profundo de sí mismo para resurgir como el fino y casi neorenacentista* poeta que es". Y antes de eso que "se hace feliz depositario de toda una Tradición poético-amorosa que lo emparenta en el tiempo con sus ilustres antecesores españoles del siglo XVI y también con aquellos otros que en la Italia del Quattrocento* recorrían caminos que iban de la picardía a la sublimación cuasi celestial y que tiene a su máximo representante en Pietro Aretino".

*En cursiva en el original.

Y si cito este fragmento del prólogo es para remarcar como cada lector puede hacer, y de hecho hace, una lectura diferente y propia, única del mismo libro, pues mi humilde acercamiento a este poemario de título en italiano -aunque por su similitud a nuestro idioma puede entenderse sin necesidad de diccionario- me habla de un neorromanticismo que me recuerda a Larra, si bien predomine la tristeza y no la amargura en el tono. Parece querer decirnos con sus versos este premiado autor, que la evolución del amor desemboca siempre en la despedida y la nostalgia por lo que terminó. Desde los títulos de los poemas "Ojos tristes", "Lloros entre hojas amarillas", "Miradas marchitas", "Rechazo cruel", "Despedida del adiós", "Presagio del final", "Última luz"... todo dice tristeza y dice despedida.

Es cierto que ha habido dos poemas en los que, versos muy concretos me han hecho pensar en dobles sentidos de erotismo inquietante dentro del sentimiento general de abandono y melancolía. En "Eternidad indómita" dice el poeta: "Volamos hasta el amanecer, / recorriendo luces indómitas", versos que vienen justo después de éste: "y amantes cautivos bajo el pelo". Podría sugerir que ese "vuelo" es la pasión sexual y las "luces indómitas" los "flashes" del deseo y el orgasmo pero justo dice a continuación: "en la eternidad de la sombra / de tu corazón sombrío", lo cual parece bajar la metáfora una vez más a un pesimismo propio de la Perséfone.

De similar manera en "Última luz" el lenguaje puede resultar excitante: "Apago la luz de la espalda / y acaricio, poco a poco / tu vello cristalino". Incluso si a continuación "Nuestras voces se apagan / en un silencio crepuscular" se añade "y fluimos lentamente, / hasta el amanecer". El silencio crepuscular puede ser ciertamente algo triste pero también la calma que sigue al clímax.

Creo que estos dos poemas son los que hacen hablar al prologuista de Aretino, si bien estimo que la vertiente pícara del renacentista era mucho más evidente y directa, mucho más atrevida y a veces abiertamente sexual (incluso podía llegar a ser pornográfico como algunos relatos de Boccaccio), aspectos de sus versos que inspiraron el tono de algunos de mis nanorrelatos cuando escribía incansablemente sobre la Italia de los Borgia.

Por otro lado el autor huye de las asonancias (domina el verso libre) que podrían hablarnos de un Romanticismo de última época como Bécquer y Rosalía, pero también del carácter épico de Espronceda o de la amargura que provoca la pasión rota, el desengaño virulento propio de Larra -como ya decíamos antes. Y por todo ello la percepción de neorromanticismo se ve muy en entredicho.

Por todo ello me atrevo a decir que Óscar Rodrigáñez Flores toma elementos de poetas a los que admira (quizá Petrarca, quizá Bécquer) y los pasa por su tamiz (a veces quiero oír un eco de influencia de Luis Cernuda por cuánto hay una lucha entre la realidad -el abandono del ser querido- y el deseo -querer estar junto a esa persona y que la relación continúe- pero quizá me engaño) y los trae a la modernidad de la libertad formal (sin métrica ni rimas predeterminadas) y la ambigüedad de campos semánticos que se refuerzan y se contradicen, provocando pequeños flashes de claroscuro sin que lleguen a herir los ojos del alma: "Amar entre arritmias / entre los halos de luz / y la oscuridad de tus labios" ("Despedida del adiós").

Los versos que el autor elige para abrir y cerrar la obra pertenecen a Paul Géraldy y a Fernando Pessoa (con su grandeza y su inevitable saudade portuguesa)... Quizá la lista de referencias es distinta de la creo ver... Quizá, sencillamente, es más larga.

Besos para todos.


Reseña de:
Guillermo Arroniz Lopez