CON GRAN TIMIDEZ
los rayos del nuevo día
dibujan extrañas formas
sobre las paredes
de mi querida habitación.
Débiles poemas luminosos
se cuelan, lentamente,
con una tremenda parsimonia,
en mi pequeño mundo.
Sobre la mesa
aguardan las cuartillas
en blanco, esperan
valientes versos
dispuestos a luchar
por las ilusiones ausentes.
Han de llegar al umbral
dorado de las esperanzas.
La luminosidad aumenta,
los rayos del sol, fortalecidos
por el aliento del amanecer,
plasman sobre mi corazón
adormilado el primer verso
de la jornada.
Sobre las cuartillas los reflejos
del sol juegan con palabras
desechas de melancolía
que, poco a poco,
se despojan de la nostalgia
de los sueños acumulados
a lo largo del tiempo.
Quieren olvidarse de los proyectos rotos
que dejaron un rescoldo amargo
en el umbral de los sueños.