El presente de la Humanidad se ve reflejado en la imagen del espejo de los tiempos que nos ofrece la imagen de la sociedad y del planeta, ambos inseparables; también, nos muestra imágenes de nosotros mismos donde, muchas veces, no nos reconocemos ya sea por nuestros actos o porque nos hemos puesto una máscara convirtiéndonos en desconocidos. El espejo refleja lo que somos en cada instante, permitiéndonos observar nuestras acciones y sus consecuencias, no solo a nivel individual sino colectivo.
Si echamos un vistazo a la Historia vemos que muchas personas que lucharon por la paz y el bienestar de los ciudadanos fueron eliminadas porque traían aromas frescos de libertad, igualdad y respeto; sus ideas no podían ser encerradas detrás de unos muros pues bailaban con el aire. Ellas sabían que la Humanidad es unidad y cuando un país sufre, el resto de la Humanidad sufre, este simple argumento, hoy en día, es incomprendido por gran parte de los responsables que tienen en sus manos el poder de crear paz pero han decidido crear caos y guerras, decisiones erróneas que han originado reacciones con graves consecuencias para todos nosotros.
El espejo de los tiempos nos refleja lo que se quedó sin hacer y también nos devuelve imágenes de miles de personas que han dejado su huella rompiendo cadenas y murallas para ir al encuentro de la belleza, del amor, de la compasión, de la libertad y del respeto. Ellas han creado un mundo en imágenes de color a pesar de la ignorancia, de la intransigencia y del odio sufrido; nunca se agitaron por unas murallas de ladrillos o por cadenas de hierro. Sus vidas fueros sesgadas por balas perdidas o ensombrecidas por el humo de las hogueras. Su lucha sigue abierta. Ellas lanzaron al aire plumas blancas que se convirtieron en alas para volar y no sentir temor por la sombra del miedo.
Vivimos y sufrimos las consecuencias de las reacciones violentas provocadas por la ambición desmesurada de personas que llevan las riendas de algunos países, llevándolos, a veces, hasta un precipicio donde los empujan para caer. Hay gobernantes que rechazan las voces de los seres humanos que gritan su desesperación ante una esperanza escondida en las profundidades de la tierra o la angustia de las olas del mar que arrastran a las profundidades a los que huyeron del infierno; desoyen los gemidos del viento que traen lamentos de hambre y sed; el silencio de los animales ahogados por el plástico que confunden con comida. El problema medioambiental del planeta está arrinconado hasta que la naturaleza gima de dolor y barra con un soplo a muchos inocentes porque hay dirigentes que no quieren comprender que la Humanidad y el Planeta son indivisibles.
Nuestra época es materialista, con grandes avances tecnológicos, donde el tiempo se acelera y nosotros vivimos más deprisa pasando por alto la vida. La gran mayoría son arrastrados por una muchedumbre que les empuja sin saber hacia dónde van ni qué hacer, solo son conscientes del día y de la noche. Viven en un laberinto donde dan vueltas y vueltas, se sienten perdidos y no consiguen encontrar la salida porque son incapaces de ver su vida bajo otra perspectiva. No podemos seguir moviéndonos por ciegas y sordas pasiones. Buscamos expandirnos en el universo infinito, queremos vivir en otros planetas pero no sabemos mucho de nosotros mismos y a nuestro Planeta lo estamos matamos.
El espejo de los tiempos nos hace observar que vivimos sumergidos en este mundo material exiliándonos del mundo espiritual, del mundo de la conciencia. La Humanidad está herida en su alma, somos supervivientes en un reino de muerte, noticias que desangran al mundo trayendo un estruendo de soledad y sufrimiento. La imagen que nos refleja el espejo de los tiempos es triste no por ser en blanco y negro, sino por lo desolador y devastador de lo que vemos y de la crueldad que muchos seres humanos han desarrollado. Hambre, sequía, llanto, desesperación, muerte; guerras que no paran, mares que se tiñen de rojo y guardan en sus profundidades las memorias de miles de personas que huyeron del atroz sufrimiento para sucumbir a las olas del viento.
El equilibrio de la Humanidad y del Planeta se está destruyendo, vivimos confrontados con la vida y nos aliamos con la muerte. No podemos olvidar que cuando una avalancha está en marcha es imparable. Es el momento de empezar lo que dejaron atrás esas personas que fueron asesinadas injustamente, que lucharon por crear paz y libertad con esperanza y entusiasmo para poder cambiar las cosas, creando jardines en lugar de trincheras.
El viento arrastra la niebla y el espejo de los tiempos nos muestra la memoria que debe perdurar en los seres humanos, ecos de paz, de libertad y de respeto. También nos muestra el pasado del que debemos aprender y no volver a caer; el presente nos muestra que solo nosotros, los seres humanos, podemos cambiar el mundo con la fuerza de la gratitud, de la vida y de la paz. El espejo de los tiempos reflejará en un futuro no lejano una generación de caras sonrientes llenas de fuerza y bondad porque han luchado y luchan por un mundo mejor y por un porvenir seguro donde todos pueden realizar sus sueños en perfecta armonía.
El espejo de los tiempos refleja millones de caras y cada una de ellas es una razón por la que vale la pena luchar por la paz para crear un mundo mejor donde las ideas bailen junto al sol, sin olvidar, como dijo Winston Churchill “la responsabilidad es el precio de la grandeza”.
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