Foto tomada de internet
Me escapé entre tus poemas,
día y medio de costura.
Fui la herida y su alambique,
el dolor hervía en espiral.
Tanto se nos encarna,
que no existe bálsamo que lo cure
y subimos a la duda
si otra piel nos lo esconde.
Invoqué contigo la mano amiga,
la que siempre llega.
Con el hombro mullido
recoge sonrisa de palabra húmeda.
Rogué por el lazo ancho
de quien te abre su puerta,
de quien camina,
de quien se pierde,
te enciende luces
en el laberinto de los rincones.
Ese tu pliego de tanto quebranto,
de tanto amor y sus roturas,
me descosió.