José Luis Alvarez Gallego, amigo, mis lágrimas caen gota a gota sobre cada una de estas palabras que te escribo. El corazón se me encoge, y mi alma escucha su lamento.
Te nos has ido temporalmente y desde donde estès, te podrás sentir muy orgulloso al constatar el gran cariño que todos tus amigos te tienen.
Quizás nunca pensaste el revuelo que formarìas con tu partida, pero los hombres buenos, sensibles y grandes como tù, permanecerán siempre en nuestra memoria.
Este año, en “La Misa del Gallo” no te vi, busqué tu presencia pero no estabas. Quizás estabas preparando tu viaje para marcharte en una fecha señalada, y que tu huella nos quedase grabada, aún más, entre todos tus amigos y seguidores.
Eres único, y serás “único”, y es que cuando declamabas hasta los Dioses del Olimpo se ponían a tus pies.
Gracias por tu amistad, gracias por haber estado siempre a nuestro lado, y que en cada aurora, en cada amanecer puedas sentir el gran cariño que todos te profesamos.
Descansa, acurrúcate en una flor, y que por cada gota de rocío que recibas, puedas abrir los ojos, y escribir tu poesía!