de los duraznos;
pasó con él la brisa,
enamorada suya,
llevándose al desgaire
las más rosadas horas
y el aire se quedó
con el color sin nombre;
con el dolor sin espina
por haber vivido ayer
de una vez toda la vida
y vivir hoy sin primavera,
mientras del hontanar celeste
fluye la eternidad
al frente mismo de nosotros.
Rodolfo Herrera Tapia autor del poema que forma parte del libro arriba reseñado en su apartado SENTIMIENTOS. Es socio de colaboración de EnR |