... de Google |
Cada cual interpreta la realidad a su manera, todos sacan unas conclusiones tajantes que tienen que ser admitidas sí o sí, no queda otra. Si alguien se atreve a manifestar lo contrario, está perdido, es un revolucionario, un extremista que hay que expulsar del sistema.
Son los mejores, los más fuertes, los defensores de unos valores, los suyos, que han de guiar el rumbo de los demás. Los débiles, que no ven o no quieren ver el abuso a que son sometidos, son incapaces de apreciar las mentiras que se esconden en las adulaciones de aquellos que pretenden guiar sus pasos. Esperan que recapaciten y pidan perdón, tarde o temprano están convencidos que lo harán. Un error lo tiene cualquiera. Uno, dos, tres,… muchos, demasiados. Los errores se acumulan, todos se creen en posesión de una razón equivocada, una razón que, tal vez, no exista. Nadie tiene la culpa.
Bueno, sí. Los de siempre, aquellos que confían en que un día la situación cambie y las antiguas disputas se solucionen, pero ya será tarde, demasiado tarde y, apenas, habrá tiempo para llorar.