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La Poesía de Lola Martínez. Ensayo resumido realizado por Ivonne Sánchez Barea.

LA POESÍA DE LOLA MARTÍNEZ 
Por Ivonne Sánchez Barea (2018)



Ocupo los espacios mentales, para entrar en los mundos de la autora, Lola Martínez. La espera no ha sido infructuosa, porque hallo siempre mies y sabiduría al releer cada uno de sus versos entre las páginas de cuatro de sus títulos que tengo como pilar para analizar. Observo el sentir, la sensibilidad y el pensar, de quien se detuvo en cierta ocasión bajo el arco de color que acampana mis horas. Ella, Lola, está presente en el estante de los libros para releer. Pasaron meses antes de poder adentrarme nuevamente en las páginas... y regresa a mi memoria, esos efímeros instantes, en Ciudad de México, en Zacatecas, en Madrid y en Granada. Ciudades, lugares que han sido testigos de los puntos de encuentro, entre nuestras obras como autoras.

Y, sobre la espera; palabras en pilares sostienen el tiempo. En días como hoy, regreso a “Catavientos”, de puntillas en un vuelo, conjurando a los cisnes soñados, envueltos de tul, y, desde el triste gesto dejando caer las letras sobre el papel, para fecundar versos desde la paz. El alma inquieta es estrella de cualquier función. Se humedece un suspiro. Lola hace visible a “las que no existen”, e invita sin más a adentrarse... un paseo imaginado, una secuencia de tiempo que se vive, bebiendo despacio, a sorbos las ideas hiladas ente sus versos.

Más tarde, llegó un poco como ella, cómo caminante del cielo... Publicado en 2007 “Las piernas de la libélula”, es un descubrir el mundo, los cinco continentes, sobre el licor de las musas, en vuelos mágicos de brujas, quienes comemos flores en la mesa de las poetas, y dejando derramar sobre el mantel, nuestros versos... Los lugares buscan refugio y paz en el arma de la pluma, escapando del dolor y la impotencia para dejar plantadas las raíces de la justicia en el campo santo literario. Las realidades, en vacilante mirada piden disculpas a los ojos, por ver el nácar sobre el barro del mundo. La voz, las voces son vagones que se tragan el mundo, se ahogan en las heridas del agua, tal vez, un roto canto de ballena apátrida, o, las piernas de la libélula que a veces se convierten en cola de sirena. Las estrellas se paralizan entre rebozos de nubes. Un árbol en tentación de manzanas, invita a continuar el trayecto. Lola Martínez vuela sobre mares... y con ella, el o la lectora.

Un colibrí que renace flotando de la cintura, tejiendo el hilo frágil de luz, entrama la autora con sus versos, y puede, que una bandada de colibríes se estacionen en las gargantas de aquellas mujeres poetas, a quienes se les ha cercenado sus lenguas que capturan néctares. Caen en el olvido, en aquel último hueco. La autora flota... dice aquello de lo que se fue durmiendo, y, decidió volver por no saber. Sin más, corren días, sueña horas, siendo testigo de la cercanía de sus ideas, unos puntos, fundiendo el hablar sin la respuesta. Allí, en ese lugar de todos y de nadie, despierta, quien no ha muerto. En el borde del rumor, se atrinchera el silencio. Versifica en su tratado del alma, en un pulso de ésta hija de un cascabel de la luna... Lola, acaricia el mito de Atenea, se enriquece con las cosmovisiones de las mujeres, desnudando el “Sayal”, abrazando a la libélula desde sus versos de espuma. Todas llevamos velos tupidos sobre espaldas, o en el rostro de nuestro género. Sus versos nos hacen nacer nuevas partes para reinventar los vuelos.

La libélula no puede estar encerrada, se le agrietan las alas. Dando por certero el tiempo que se acaba, Lola, muda la piel en el espacio inédito. Aquí crece, sigue cayendo la lluvia entre palabras y justicias, buscando con paciencia, con obstinación, lo importante: la verdad. Se sigue preguntando y le siguen susurrando extremos volátiles, sobre la vida y el tiempo. El amor, también presente, se trenza en el nido, recauda el momento. “Sinécdoque” retoma la esencia, con la materia que la realza, des encriptando el implacable transcurrir de la palabra pensada, descifrando la profunda reflexión desde el todo de ella misma, de Lola Martínez.



Calle Campanario, 26 – 18199, Cájar/Granada – España ivonne.sanchez.barea@gmail.com